sábado, 6 de diciembre de 2008
Flamígera
Esta estrella-girasol no tiene mucha vuelta, no necesita casi se diga de dónde la saqué, ya ni es para adivinar ni buscar en el diario, ni para ver si descubren cuál es el original. Está a la vista en mi obra. Pero quise tomarla porque esos dorados conmueven a toda mujer que conserva un alma infantil en la que la admiración por los brillos, y los dorados en especial, hieren la profundidad de los ojos. Siempre tengo alumnas, sobre todo las más pequeñas, que preguntan cómo se hace para “fabricar” dorado y plateado, y se desilusionan horrorosamente al saber que el pigmento tiene que venir “de fábrica” y no lo pueden obtener por mezcla. Quizás por eso el oro siga siendo un parámetro de riqueza, aunque utilitariamente hay otros metales nobles, producto de aleaciones, que lo han superado.
En el caso de mi obra, yo terminé la transformación con ondas de fuego y un color cercano al de las llamas. La foto fue portada del suplemento de espectáculos del 3 de diciembre del diario Clarín.
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